Existen fantasías útiles para estimular la s***uli- (a las que nos referiremos en este capítulo) y existen, por el contrario, fantasías peligrosas, que pueden anularla, y de
las cuales hemos hecho mención a vuelo de pá- jaro en los capítulos anteriores. Sin embargo, la experiencia cotidiana nos dem- uestra que la mayor parte de las
fantasías del segundo tipo, es decir, las no reco- mendables, surgen en la mente de hombres y mujeres con escasa experiencia se***l y desconocimiento de su cuerpo y el
de su compañero o compañera. Así, tratan de cubrir los baches de su conocimiento con improvisaciones. Pero como el hemisferio cerebral derecho —muy activo, en esas
circunstancias, ya que es el que rige toda la activi- dad imaginativa— no puede analizar circunstancias sobre las cuales no posee infor- mación fidedigna, lo disfraza mediante el
hábil “camouflage” de la representación fantásti- ca. Se divaga más sobre lo que menos se conoce, lo cual equivale a decir que sólo una correcta educación se**** es sinónimo
de seguridad y limpieza mental. Así que es opor- tuno, aquí, hacer un alto para describir, pormenorizadamente, cómo están hechos los órganos con los que copulamos.